La Unión Europea ha reculado en su intento de imponer una ley que habría permitido acceder al contenido de los mensajes privados en apps como WhatsApp, Signal o Telegram. El proyecto, conocido como Chat Control, se presentaba como una medida para combatir el abuso infantil, pero escondía un dilema mucho mayor: la erosión del cifrado y la privacidad digital en Europa.

El plan de Dinamarca que encendió las alarmas

El origen de esta polémica se remonta a una propuesta liderada por Dinamarca, que buscaba obligar a las plataformas de mensajería a abrir una “puerta trasera” en sus sistemas de cifrado para permitir a las autoridades acceder a los mensajes privados de los usuarios.

El argumento oficial era claro: proteger a los menores del abuso sexual online, cumpliendo con la normativa CSAM (Child Sexual Abuse Material). Sin embargo, la medida implicaba un sacrificio inaceptable para muchos expertos y organizaciones de derechos digitales: la vigilancia masiva sin sospecha previa.

Tras meses de presión pública y rechazo por parte de países como Alemania y Países Bajos, el gobierno danés decidió retirar la propuesta. Su ministro de Justicia, Peter Hummelgaard, anunció que la detección de material ilegal sería voluntaria, no obligatoria, frenando así el avance de Chat Control.

Aun así, la historia no termina aquí. La iniciativa ha sido rechazada y resucitada en varias ocasiones desde 2023, y sigue contando con el apoyo de una parte importante de los estados miembros: 12 países a favor, 9 en contra y 6 indecisos.

Privacidad frente a seguridad: un debate que no se apaga

El punto más controvertido del Chat Control era su efecto colateral sobre el cifrado de extremo a extremo, la tecnología que garantiza que solo el emisor y el receptor pueden leer un mensaje. Si se rompiera ese cifrado, ni siquiera los propios desarrolladores —como Meta o Signal— podrían garantizar la privacidad de las conversaciones.

Como advirtió la ONU, los menores también tienen derecho a la intimidad y no pueden ser vigilados sin su consentimiento. Y sin cifrado, cualquier mensaje —personal, médico o profesional— quedaría expuesto a filtraciones o abusos institucionales.

Pese a su retirada temporal, el proyecto ha dejado una puerta abierta para futuras versiones menos polémicas. En la práctica, Europa sigue buscando un equilibrio imposible entre protección y privacidad, y el riesgo de una vigilancia encubierta sigue sobre la mesa.

Mientras tanto, las grandes tecnológicas mantienen su pulso. WhatsApp, Signal y Apple ya han advertido que abandonarían el mercado europeo antes que debilitar sus sistemas de cifrado. Y aunque por ahora el veto a Chat Control se impone, la sensación es que solo se ha ganado tiempo.

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