Rockstar Games, el gigante detrás de Grand Theft Auto, vuelve a estar en el punto de mira.

No por el esperado GTA VI, sino por una polémica mucho más terrenal: la acusación de “union busting”, es decir, de frenar la creación de un sindicato interno.

El caso, destapado por la IWGB (Independent Workers’ Union of Great Britain), podría marcar un antes y un después en las relaciones laborales dentro de la industria del videojuego.

Entre el éxito de GTA VI y el malestar interno

Durante años, Rockstar Games se mantuvo al margen de las olas de despidos que golpearon al sector tecnológico.

Pero esta semana, la compañía ha despedido entre 30 y 40 empleados de sus oficinas en el Reino Unido y Canadá.

Según el sindicato IWGB, no se trata de una reestructuración ni de un ajuste financiero. Rockstar no tiene problemas de dinero. Se trata de una represalia contra quienes intentaban organizarse sindicalmente.

Alex Marshall, presidente del sindicato, fue tajante:

“Rockstar ha llevado a cabo el acto de union busting más descarado y cruel de la historia de los videojuegos.”

Marshall calificó la medida como un “insulto a los trabajadores que han construido una de las marcas más rentables del planeta”. Además, anunció que la IWGB emprenderá acciones legales para lograr la readmisión de los despedidos y compensaciones por daños.

Spring McParlin-Jones, presidenta del comité de trabajadores de videojuegos dentro del sindicato, añadió que la decisión de Rockstar llega justo cuando GTA VI podría generar más de 10.000 millones de dólares en ingresos.

“Este ataque a los derechos laborales muestra que, para algunas empresas, el dinero sigue importando más que las personas.”

El auge sindical en la industria del videojuego

El movimiento sindical dentro de los estudios de desarrollo ha cobrado fuerza en los últimos tres años.

Casos como los de Raven Software (QA de Call of Duty), Blizzard Albany (Diablo IV), Blizzard Orange County (World of Warcraft), ZeniMax Workers United y ZA/UM (Disco Elysium) marcaron un precedente. Muchos empleados de Rockstar intentaban seguirlo.

Sin embargo, desde la matriz Take-Two Interactive, su portavoz Alan Lewis defendió la decisión:

“Los despidos se deben a casos de mala conducta grave, y respaldamos la actuación de Rockstar en este asunto.”

La declaración, lejos de apaciguar las críticas, ha intensificado la indignación entre la comunidad.

En redes sociales, los jugadores y antiguos empleados acusan a la compañía de “hipocresía corporativa”. Señalan la contradicción entre el espíritu rebelde de GTA y la represión interna que ahora denuncian sus trabajadores.

Por si fuera poco, el caso llega a pocos meses del lanzamiento de Grand Theft Auto VI, previsto para el 26 de mayo de 2026.

El estudio, que siempre ha cultivado una imagen de perfeccionismo extremo, podría enfrentarse a un boicot simbólico si las acusaciones prosperan.

En la práctica, este conflicto no sólo expone una grieta interna en Rockstar, sino también el cambio de paradigma laboral que atraviesa el sector. Los trabajadores están más organizados y menos dispuestos a tolerar jornadas eternas y salarios desiguales. Esto ocurre en una industria que factura miles de millones.

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