Durante dos décadas, Roomba fue sinónimo de innovación doméstica. El pequeño robot que aspiraba por sí solo se convirtió en un símbolo del hogar inteligente. Pero ahora, iRobot atraviesa su mayor crisis, con su última venta fallida, una deuda creciente y un futuro que pende de un hilo. La empresa que inició la revolución de los aspiradores automáticos podría estar ante su apagado final.

Del sueño con Amazon al abismo financiero

Todo empezó con lo que parecía una salvación: Amazon planeaba comprar iRobot por 1.700 millones de dólares. Era un trato que prometía estabilidad y recursos para innovar en un mercado cada vez más saturado. Pero la operación fue bloqueada en enero de 2024 por los reguladores antimonopolio, y desde entonces, iRobot no ha encontrado comprador ni oxígeno financiero.

Según documentos oficiales presentados ante la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC), las negociaciones con su último posible comprador se han roto. La oferta recibida valoraba sus acciones por debajo del precio actual, y la dirección decidió rechazarla.

El resultado fue demoledor: las acciones cayeron un 33 %, y la compañía admitió públicamente que ya no mantiene conversaciones avanzadas con ningún interesado.

Con un préstamo de 200 millones de dólares pendiente y sin una fuente de ingresos sólida, iRobot se encuentra atrapada entre la falta de liquidez y un mercado que ya no la espera.

Competencia feroz y pérdida de liderazgo

Mientras iRobot intentaba sobrevivir a su caída bursátil, sus rivales se adelantaron con fuerza. Roborock, Dreame, Shark y Ecovacs han convertido sus modelos en verdaderos centros de limpieza autónoma, con mapeo láser, función de fregado, vaciado automático y algoritmos de IA más eficientes.

En comparación, los últimos Roomba han sido criticados por su precio elevado y menor autonomía, quedando rezagados incluso en pruebas independientes. Donde antes iRobot marcaba tendencia, hoy parece seguir el paso de los demás.

A eso se suma una gestión interna desgastada. Tras años apostando por actualizaciones incrementales y sin un gran salto en innovación, la marca ha perdido su identidad pionera, quedando reducida a competir en un segmento donde el hardware barato y los ecosistemas cerrados dominan.

Una marca icónica al borde del apagado

En su último informe financiero, iRobot advirtió que sin una nueva inversión, podría declararse en bancarrota antes de mediados de 2026.

El mensaje fue claro: sin apoyo externo, la empresa reducirá drásticamente su actividad o cerrará por completo.

El golpe resulta especialmente simbólico para quienes vieron en el primer Roomba (2002) el inicio de la robótica doméstica moderna. La empresa que inspiró a toda una generación de ingenieros podría quedar en la historia como una víctima del propio mercado que ayudó a crear.

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