Microsoft prepara su salto más grande (y arriesgado) en el mundo de las consolas. Bajo el nombre en clave “Magnus”, la próxima generación de Xbox promete un rendimiento digno de un PC de gama alta. Sin embargo, también un precio que marcará un antes y un después en la industria. Según filtraciones internas, el coste de materiales podría empujar su precio de lanzamiento por encima de los 1.000 dólares. Esta es una cifra inédita en el mercado doméstico.

Potencia bruta con factura premium

El corazón del proyecto “Magnus” late con fuerza AMD. Microsoft habría apostado por una arquitectura completamente nueva, diseñada para exprimir al máximo las tecnologías gráficas de próxima generación. Esto incluye soporte avanzado para ray tracing, IA y escalado por hardware. El objetivo es claro: cerrar la brecha entre consola y PC. Así, se ofrecería una experiencia sin compromisos.

Pero ese salto tiene un precio. El Bill of Materials (BOM), o coste de producción, es significativamente superior al de la Xbox Series X. Esta ya partía con márgenes mínimos. La diferencia ahora es que Microsoft no podrá subvencionar tanto el hardware. Especialmente si abre la consola a plataformas externas como Steam o Epic Games Store. Algo que la compañía está considerando seriamente para atraer a un público más amplio y competitivo.

En otras palabras: “Magnus” no sería una consola barata. Sería una máquina aspiracional, pensada para quienes buscan lo máximo en fidelidad visual y ecosistema de servicios. Una consola que podría redefinir el concepto de “next-gen”, pero también el de “precio premium”.

Un cambio de estrategia con impacto en toda la industria

Este movimiento encajaría con la nueva filosofía de Microsoft: romper las barreras entre PC y consola. Si “Magnus” adopta un sistema más abierto, con compatibilidad cruzada y acceso directo a juegos y tiendas de terceros, podría alterar completamente el modelo de negocio de las consolas tradicionales.

Sin embargo, hay un riesgo: un precio superior a los 1.000 $ podría limitar su alcance inicial. Especialmente si Sony mantiene la PlayStation 6 en un rango más accesible. La competencia podría capitalizar ese desequilibrio. Mientras, Microsoft refuerza su apuesta por la calidad y la integración con Game Pass y su nube Xbox Cloud Gaming.

Lo curioso es que, pese a la escalada de precios, “Magnus” no busca venderse en masa. Busca consolidar una base tecnológica para los próximos diez años. Este es un enfoque más cercano al de Apple o Nvidia que al de una consola tradicional. No se trata de vender más unidades, sino de ofrecer más valor por dispositivo.

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