Hace tiempo que Elon Musk dejó de ser solo “el tipo de Tesla”. Hoy su voz pesa tanto en la tecnología como en la política cultural, y sus tuits pueden mover bolsas enteras. El último episodio lo demuestra: desde su red social X pidió boicotear Netflix por una serie animada con un protagonista trans, y en apenas horas miles de usuarios cancelaron sus suscripciones. La polémica, inevitable, ya se mide en cifras bursátiles y en debates sociales.
Cuando un tuit se convierte en un terremoto digital
Elon Musk publicó un mensaje en X, su propia plataforma, dirigido a sus 227 millones de seguidores activos. El texto era breve y contundente: “Cancela Netflix por la salud de tus hijos”. La chispa prendió rápido. Capturas de pantallas mostrando la baja de cuentas inundaron la red y, en cuestión de horas, la llamada al boicot ya era trending mundial.
El detonante fue la serie animada “Dead End: Paranormal Park”, basada en las novelas del británico Hamish Steele. Su protagonista, Barney, es un adolescente trans que vive aventuras en un parque embrujado. La serie, premiada en certámenes como los British Animation Awards y los GLAAD Media Awards, estaba dirigida a un público a partir de 7 años. Para Musk y muchos de sus seguidores conservadores, esto no era entretenimiento, sino “una agenda” encubierta.
El efecto fue inmediato. Las acciones de Netflix cayeron un 4,4% en solo 48 horas, reflejando la presión del mercado tras la campaña. Netflix, por su parte, ha optado por el silencio: ni declaraciones oficiales ni aclaraciones sobre cuántos suscriptores se han dado realmente de baja.
Más que un boicot: la herida personal de Musk
Lo curioso es que este episodio no puede entenderse del todo sin mirar la vida personal del propio Musk. Una de sus hijas, Vivian Jenna Wilson, se declaró trans hace años y solicitó eliminar el apellido Musk de forma legal. La relación entre ambos se fracturó desde entonces, hasta el punto de que el empresario llegó a escribir: “Mi hijo Xavier murió. Lo mató el virus de la mentalidad woke”.
El trasfondo familiar da un matiz incómodo a la polémica. No es solo un CEO multimillonario llamando a boicotear una plataforma de streaming: es también un padre enfrentado a la identidad de su hija, usando la tribuna más grande que existe —sus propios seguidores en X— para dar forma a un debate cultural que atraviesa la política estadounidense.
Por si fuera poco, voces críticas señalan que la estrategia de Musk coincide con un alineamiento cada vez más claro con sectores del movimiento MAGA y políticos conservadores que ven en la representación LGTBI+ un campo de batalla. Y sí, la narrativa de Silicon Valley vuelve a colarse en la política cultural global.
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