El Google Pixel 10 XL ya está en manos de los primeros usuarios y las pruebas de su nuevo chip Tensor G5 generan debate. Aunque la GPU rinde con buena estabilidad en benchmarks, los resultados en juegos reales muestran luces y sombras que nadie esperaba.

Rendimiento en juegos del Pixel 10 XL: luces y sombras del Tensor G5

El Tensor G5 es el primer chip de 3 nm de Google, acompañado de una GPU PowerVR D-Series DXT-48-1536. Sobre el papel, prometía más eficiencia y un salto frente al Pixel 9. Y en parte lo consigue: títulos como Valorant Mobile y PUBG Mobile alcanzaron 60 FPS estables en configuraciones altas.

Sin embargo, la experiencia cambia con juegos más exigentes. Genshin Impact apenas llegó a 29 FPS en modo “Highest”, mientras que Wuthering Waves rondó los 44 FPS. El gran tropiezo llegó con Fortnite, que sufrió tirones, caídas de frames y una media de 25 FPS en la calidad “Epic”, además de temperaturas cercanas a 43 °C, lo que apunta a posible thermal throttling.

¿Y ahora qué?

El Pixel 10 XL marca un avance claro en diseño y eficiencia, pero el rendimiento en juegos todavía no convence. Competidores como el Snapdragon 8 Gen 4 de Qualcomm o el Dimensity 9400 de MediaTek muestran mejores resultados en títulos pesados, lo que deja a Google con la tarea de optimizar vía software.

La buena noticia: al ser un lanzamiento reciente, es probable que actualizaciones mejoren la experiencia gaming en las próximas semanas. De momento, el Pixel 10 XL se presenta como un móvil muy competente para uso diario, fotografía y multitarea, pero con margen de mejora en el terreno gamer.

El Google Pixel 10 XL ya está disponible en Amazon con precios desde 899 €, en colores como Porcelain, Obsidian y Bay. Ideal para quienes priorizan cámara y experiencia Android pura, pero los gamers más exigentes quizá deban esperar a futuras optimizaciones.

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