La ciudad autónoma de Melilla enfrenta su peor crisis digital hasta la fecha: un ciberataque ha dejado fuera de servicio la mayoría de los sistemas informáticos públicos. Esto ha durado cinco días consecutivos. El grupo Qilin, conocido por sus ataques internacionales, se ha atribuido la autoría tras sustraer entre 4 y 5 terabytes de datos sensibles de ciudadanos y funcionarios.
Además de los datos personales, aseguran tener información comprometedora sobre corrupción en la administración, lo que ha elevado el nivel de alarma a nivel nacional.
Ransomware, caos y brechas de seguridad
El ataque se llevó a cabo mediante ransomware, un software malicioso que bloquea los sistemas y exige un rescate económico para liberarlos. El fallo de seguridad habría sido originado por un trabajador que accedió remotamente desde fuera de la ciudad, lo que abrió la puerta al malware.
La situación ha afectado gravemente los servicios esenciales y ha paralizado el cobro de nóminas a más de 1.200 empleados públicos. Aunque el presidente Juan José Imbroda ha asegurado que el daño podría haber sido mayor sin el acuerdo previo con el CNI, la realidad es que la recuperación sigue siendo lenta.
Se estima que la construcción del Centro de Operaciones de Seguridad (SOC) aún está en fase inicial por falta de presupuesto. Esto deja a la ciudad vulnerable frente a futuros ataques.
Un ataque con consecuencias duraderas
La recuperación completa de los sistemas aún no tiene fecha clara. Mientras tanto, el Centro Criptológico Nacional y el CNI trabajan contrarreloj para mitigar el impacto y restablecer los servicios públicos. Este incidente pone en evidencia la fragilidad de las infraestructuras digitales locales frente a amenazas globales.
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