Samsung tenía una carta ganadora para su próximo flagship: carga rápida de 65 W. Sin embargo, los últimos informes internos apuntan a que esta mejora podría quedarse fuera del Galaxy S26 Ultra por un motivo que suena demasiado familiar: el calor. El procesador Snapdragon 8 Elite Gen 5 estaría marcando límites térmicos que comprometen la seguridad de la batería, reviviendo viejos fantasmas del pasado.

El dilema del S26 Ultra: potencia o seguridad

El Galaxy S26 Ultra apuntaba a convertirse en el teléfono más equilibrado de Samsung, combinando potencia, eficiencia y velocidad de carga. Pero según pruebas filtradas de laboratorio, el Snapdragon 8 Elite Gen 5 —el nuevo chip de Qualcomm— no logra mantener temperaturas seguras con carga de 65 W sostenida.

En los tests de estrés, el calor generado por el SoC habría superado los márgenes que Samsung considera aceptables bajo su protocolo interno de seguridad, conocido como “NOTE-7 Compliance”, instaurado tras el desastre del Note 7 en 2016.

Esa política marca una prioridad absoluta: ningún riesgo térmico, por mínimo que sea, puede anteponerse a la seguridad del usuario. Por eso, la compañía podría limitar la velocidad de carga a 45 W, al menos en los modelos con procesador Snapdragon.

La ironía está en que el chip rival, el Exynos 2600 —presente en otras regiones— no estaría sufriendo el mismo problema. En las pruebas internas, el Exynos logró mantener la estabilidad térmica sin throttling ni picos de temperatura, lo que abre un curioso escenario: el mismo móvil con distinta velocidad de carga según el país.

Un viejo miedo que aún dicta las decisiones de Samsung

Samsung lleva casi una década cargando con el recuerdo del Note 7 y su batería defectuosa. Desde entonces, la marca camina sobre hielo fino con cualquier avance que toque el sistema de energía. Mientras otros fabricantes como Xiaomi, OnePlus o Realme apuestan por los 100 W e incluso 150 W, los Galaxy se han mantenido en un rango mucho más conservador.

El posible veto a los 65 W no es un paso atrás tecnológico, sino una declaración de prioridades.

La compañía sabe que un sobrecalentamiento en pleno proceso de carga podría dañar su reputación más que cualquier benchmark perdido. Además, con chips tan potentes como el Snapdragon 8 Elite Gen 5, el calor ya no es un detalle: es el gran enemigo de la eficiencia y la durabilidad.

Aun así, los rumores indican que Samsung está trabajando con Qualcomm para optimizar la gestión térmica mediante software y nuevos materiales de disipación, aunque es poco probable que lleguen a tiempo para el lanzamiento de febrero de 2026.

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