El futuro de BioShock 4 pinta más oscuro que Rapture a medianoche. Take-Two ha confirmado un recorte del 30% del equipo de desarrollo de Cloud Chamber y, para rematar, el esperado juego vuelve a retrasar su fecha de estreno. Una combinación explosiva para una saga que arrastra más de diez años en el limbo creativo.

¿Un naufragio en plena construcción submarina?

Según Bloomberg, alrededor de 80 empleados han sido despedidos del estudio Cloud Chamber, que contaba con apenas 250 trabajadores. No hablamos de un ajuste menor, sino de un recorte que pone en jaque el avance de un proyecto anunciado a bombo y platillo en 2019, pero gestándose en secreto desde 2014. Take-Two lo ha justificado en un correo interno: el equipo necesita “replantear aspectos centrales de BioShock”, lo que significa volver a la mesa de diseño.

La ironía es brutal: mientras los fans piden novedades, el estudio desarma piezas clave para reconstruir su propia obra. El nombre BioShock no es cualquiera, es una franquicia con aura de culto que ha marcado la industria. Y cada tropiezo pesa más. La comunidad, acostumbrada a largas esperas, empieza a perder la paciencia.

¿Una señal de alarma?

La nueva fecha de lanzamiento tampoco levanta ánimos: se habla de finales de 2026 o inicios de 2027. O sea, tres años más de espera para un título que ya acumula más tiempo en desarrollo que muchas consolas en el mercado. En el lado positivo, se ha fichado a Rod Fergusson como nuevo director del estudio, un veterano conocido por salvar proyectos complicados, como Gears of War y Diablo IV.

El reto es mayúsculo: recuperar la confianza de los jugadores y no repetir la historia de otros AAA eternos que acabaron decepcionando. Con competidores como Bethesda, Naughty Dog o CD Projekt lanzando juegos de peso, BioShock 4 no puede permitirse salir a medio gas.

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